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jueves, 30 de abril de 2009

SOBRE CORRUPCIÓN

AL OTRO LADO DE LA ORILLA

El deber de la juventud es pelear contra la corrupción
Kurt Cobain.
Dejar de luchar, por culpa de la corrupción que hay en tu alrededor,
es como cortarte el cuello porque hay barro afuera.
Nicolae Iorga

Desde que ingresé a la universidad y luego de terminada la carrera he asistido a un sin número de conferencias, charlas, congresos, simposios, seminarios, conversatorios y toda cuanta reunión o debate se proponga contra la corrupción, y en tan igual de sin números he escuchado desde grandes catedráticos de derecho hasta, políticos del momento (que dicho sea de paso son los que más hablan de corrupción) y no menos personajes abyectos a la popularidad; pero de igual forma he escuchado encuestas en las cuales la población se queja de que el principal y mayor problema de la administración de justicia es la corrupción, indicando que su origen va desde la falta de valores, mala educación, el carácter infractor del peruano y hasta problemas ocurridos en la niñez, empero nunca he escuchado a alguien que diga: ¡Yo soy la principal causa de la corrupción!
Este tema no me afectó mientras era estudiante, pero posteriormente al ingresar a laborar al Ministerio Público y escuchar a mi entorno repetirme frases como: ¡Ahora ya seguro resultarás con carro!, ¿Oye cuánto cuesta ganarse un juicio?, ¡Te recomiendo este casito! Y finalmente: ¡Conchudos encima que le roban a la gente no trabajan! Es que recién tomé conciencia de la gravedad del asunto, pues a la terrible fama de los abogados se sumaba la más terrible fama de los funcionarios y servidores encargados de administrar justicia, y para rematar el drama el hecho de que no faltaba gente que al acercarse a mi oficina a preguntar sobre sus procesos llegaban con algo bajo el brazo, dentro del bolsillo y hasta frases como ¿doctorcito le invitamos un cebichito?
Pero ello también me sirvió no solo para apreciar la gravedad del asunto, además me sirvió para ver que la corrupción no solo pasa por las manos de los administradores de justicia sino también por la gente de afuera, la gente que en las encuestas afirma que la corrupción es el principal problema de la administración de justicia, y lamentablemente de abogados que pese a tener conocimiento de lo dañino que es la corrupción no tiene el menor reparo de prestarse a ello.

Nadie puede negar que hay corrupción en la administración de justicia pero el tema no sólo pasa por decirlo o combatirlo de manera interna a dichos órganos, acaso la mejor medida resulta en que cada uno de nosotros, como ciudadanos, no solo nos dediquemos a denunciar, reclamar y quejarnos sino también en cambiar nuestra actitudes, pues podemos hablar o escribir páginas de páginas de frases anticorrupción; no obstante, si tenemos un problema y nos ofrecen solucionarlo “por lo bajo” lo hacemos y tranquilizamos nuestra conciencia diciéndonos que no somos los corruptos sino que lo es quien nos pidió el soborno. Y peor aun inclusive llegaremos a ofrecer directamente alguna forma de regalo para congraciarnos con los que ven nuestro caso.
Sin embargo, lo mas deleznable resulta la actitud de muchos abogados que además de participar de esta corrupción no tienen reparos en manchar las honras ajenas, así cuando se enfrentan a un administrador de justicia íntegro y pierden el caso no tienen mejor salida para justificar su fracaso que decirle a su patrocinado ¡seguro la otra parte ha pagado más!
Hay corrupción en la administración de justicia pero también hay corrupción en la gente y en los abogados, tanto que mecanismos legales establecidos por ley son distorsionados para hacer creer a los justiciables que lo entregado es un soborno, como ocurre en los procesos penales en los que se fijan cauciones y no faltan letrados que aprovechan eso para indicar a sus patrocinados que el Juez pide 800 soles (cuando la caución es solo de 500 soles) dando entender que es un pago directo al Juez.
No negamos que haya corrupción y que haya que pelear contra ella pero también esa corrupción se encuentra al otro lado de la orilla y tal vez sea la verdadera causa que origina el problema.

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